L A S P A L A B R A S

Oh, el placer de las palabras nos alimenta con su dulce y amargo sabor. 
Aunque a veces el sabor dulce y amargo de las palabras nos queda colgando por el simple impulso del tiempo. 

Es como si no tuviéramos espacio en el ajetreo de nuestras vidas para saborear con  lujos y detalles las conversaciones. 

Se nos ha ido el placer de las pláticas aunque sean dulces o amargas, es que no tenemos tiempo.

Sentimos las palabras dichas a media y nuestro tertulio se desmorona por el simple placer de no tener tiempo para saborear el hábito de platicar. 


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